Por Juan Angel Cabaleiro

Para LA GACETA - TUCUMÁN

La preeminencia de lo femenino sobre lo masculino en nuestra lengua se advierte en los vocablos que, teniendo una terminación propia del femenino, designan a individuos de ambos sexos. Los llamo «femeninos genéricos». Ejemplos al canto: en el ámbito de los deportes tenemos sustantivos como futbolista, rugbista, gimnasta, tenista, judoca, karateca, maratonista, basquetbolista, ciclista, automovilista, ajedrecista, golfista, surfista y otros, que designan tanto a los hombres como a las mujeres que practican estos deportes. Sus correspondientes masculinos no existen, y requieren del artículo para formarse.

Algo similar sucede en el ámbito de la música, con guitarrista, violinista, baterista, bajista, violonchelista, trompetista, saxofonista, tecladista, vocalista, sonidista, y un largo etcétera. Y hay más ámbitos donde esto ocurre; notable es el caso de la política, donde tenemos anarquista, comunista, socialista, capitalista, demócrata, utopista, peronista, fascista y algunos otros (con excepciones como liberal o radical). En el ámbito de las letras encontramos: novelista, cuentista, ensayista, periodista, columnista, editorialista, reseñista… En medicina, junto a términos desdoblados como doctor / doctora o médico / médica encontramos también una mayoría de femeninos genéricos, como anestesista, dentista, oculista, ortopedista, psiquiatra, psicoanalista, obstetra y pediatra, que carecen, como los anteriores, de su contraparte masculino.

¿Qué demostrarían estos ejemplos? Que, si bien en los términos que admiten el desdoble masculino - femenino se utiliza el primero como genérico (decimos, por ejemplo, los boxeadores, los escritores o los cirujanos, cuando pretendemos generalizar), para términos que no admiten el desdoble, el español opta mayoritariamente por los «femeninos genéricos», palabras con la terminación convencional del femenino («a») para designar a ambos géneros. Si de un hecho pudiéramos inferir una intención, diríamos que nuestro idioma prefiere lo femenino, lo exalta y privilegia.

El modisto solitario

Modisto es un término que funciona como excepción, creado, tal vez, con la intención de incluir y de visibilizar a los hombres que practican ese oficio. ¿Por qué no hacer lo mismo con los restantes? ¿Con qué criterio la Real Academia Española adopta modisto y no «pianisto» o «futbolisto», por ejemplo?

¿Por qué nadie reclama estos cambios?

Ocurre que la realidad es terca, e ignora las teorías lingüísticas; o tal vez sea cierto el viejo precepto marxista de que la infraestructura de una sociedad es la que determina su superestructura cultural, y nunca al revés, como ahora se pretende: en el mundo que conocemos, siguen siendo los hombres quienes predominan en casi todas las actividades citadas.

Hay más futbolistas hombres que mujeres (y ganan más dinero y tienen más atención mediática y privilegios). A esos futbolistas reales en nada les ha afectado el lenguaje, y no necesitaron la incorporación del término «futbolisto» para alcanzar su predominio. Tampoco la incorporación de modisto ha modificado en nada la realidad de e stos profesionales. Porque es la realidad la que necesitamos modificar, no la gramática. Y no hay estrategia más efectiva para el conservadurismo que distraer las voluntades transformadoras hacia un enemigo equivocado: hacia la lengua, tan femenina, tan inocente y tan generosa siempre con las mujeres.

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Juan Angel Cabaleiro - Escritor.